* Dios bendice al dador alegre: 2 Corintios 9:7
Por: José Luis Moctezuma
Hay noches que no huelen a pavo ni a sidra. No se abren regalos; tampoco abundan risas; mucho menos brindis. Hay noches que saben a pozole servido con manos temblorosas; a tortas de milanesa y espagueti compartidos en silencio; a un vaso de café que alivia la garganta y un dulce que no quita el dolor, pero lo acompaña en una cena de Navidad sin mesa, ni mantel.
Tener a un hijo en un hospital es cargar una enorme piedra en las espaldas y vivir cada día con el corazón estrujado.
Tener a un pequeño indefenso conectado a tubos, monitores y esperanzas es ver pasar el amor y el miedo caminando de la mano. Duele el alma y colapsa la economía.
Hay enfermedades y tratamientos tan caros que ni vendiendo el coche, el terreno, la casa alcanza. El presupuesto familiar se rompe como cristal.
El 24 y 25 de diciembre muchos padres no estuvieron sentados a la mesa. No hubo pierna mechada, ensalada ni postre. No hubo brindis. Hubo frío y lluvia. Hubo, en el mejor de los casos, una casa de campaña improvisada donde se filtró la intensa lluvia.
Todo esto ocurrió afuera del Hospital de la Niñez Poblana, donde los papás de los pequeños pacientes están cerca y lejos de sus hijos; apenas unos metros de la puerta; a kilómetros de la tranquilidad.
Los ángeles existen; la humanidad apareció sin pedir permiso.
Gracias a Dios todavía existen personas y familias de buen corazón. Porque no da el que tiene; da el que quiere. Da el que se desprende de lo poco que le dejó su trabajo para compartirlo con quien más lo necesita.
Hoy, esas familias cenaron pozole, agua fresca, espagueti, tortas de milaneza, un vaso de café y ponche servido en vasos desechables. No fue caridad, sino empatía, generosidad, ponerse un momento en el lugar de quien tenemos enfrente. De un ser humano a otro ser humano. Aquí no hubo colores ni reflectores, tampoco discursos; hubo valores. Hubo acciones.
“A nadie se le desea pasar por esta situación. Mi hijo es diabético y estuvo muy grave el año pasado. En el Hospital de la Niñez me han ayudado bastante, también en el Hospital del Sur.”
“Yo pasé por la misma situación y hoy en Navidad les traemos algo para cenar esta noche. Se le sufre mucho. Los papás que estamos aquí no tenemos dinero para comprar comida tres veces al día, pagar el albergue, comprar medicinas.”
“Nosotros viajamos más de dos horas desde un pueblo de Tepeaca para compartir estos alimentos y bendiciones.”
El camellón del bulevar del Niño Poblano, la noche del 25 de diciembre, lució como los años anteriores: poca luz, sin vigilancia policíaca bajo lluvia, frío, sol y todas las inclemencias del tiempo. Pero no fue cualquier noche. ¡Es Navidad!
Las sagradas escrituras lo dicen en 2 Corintios 9:7.
“Dios bendice al dador alegre, no al que da por obligación, sino al que da con gozo. Porque la generosidad —como el amor— se multiplica cuando se comparte.
Que esta escena nos sacuda, porque mientras haya padres esperando afuera de un hospital, la mesa está incompleta.
Imágenes cortesía de Héctor Rosas, Canal 80 y La Mexicana 91.1 FM.
¡Nos leemos en el 2026!
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**José Luis Moctezuma:
Periodista con más de 20 años de experiencia y trayectoria en radio y prensa escrita en formato periódico, revista y digital.
Colaborador en el noticiero Así Sucede 103.3 FM; 88.9 Noticias Grupo ACIR México; Periódico 24 horas; Parabólica Mx, Los Fuertes MX, Contrastes Puebla, Exilio, Enlace Noticias y Diario ABC.



