Hay noches que en Puebla se siente como si alguien hubiera apagado el sentido común y encendido los motores buscando la adrenalina, desafiando la velocidad y retando a la muerte.
No mata el auto, mata ir a 180 kilómetros por hora.
No mata la palabra, mata la forma y la intención que lleva.
23 MIL VEHÍCULOS CRUZAN A DIARIO LA VÍA ATLIXCÁYOTL
La Vía Atlixcáyotl es una avenida estratégica por donde transitan diariamente 23 mil vehículos, transportando trabajadores, servicios, mercancías, universitarios, comerciantes, maestros, familias, todos circulamos a diario por la vialidad más importante de la zona Angelópolis, pero hay noches en que se transforma en un circuito clandestino donde la velocidad deja de ser adrenalina y se convierte en sentencia de susto o de muerte.
VAN SEIS MUERTOS EN 15 DÍAS POR LA VELOCIDAD
Van seis muertos desafiando la velocidad en los últimos 15 días en vialidades de Puebla.
El sábado 22 de noviembre tres jóvenes murieron al impactar contra un poste de luz a toda velocidad un automóvil deportivo Subaru en Vía Atlixcáyotl, frente a la agencia de autos Honda. Dos de ellos murieron al instante, una de sus compañeras de universidad primero tuvo muerte cerebral, después donaron sus órganos y fue desconectada, tenían 21 años de edad.
Al siguiente viernes, 28 de noviembre, falleció un motociclista al impactarse a toda velocidad contra una camioneta de mantenimiento en Vía Atlixcáyotl, bajo el puente del Periférico, no le dio tiempo de frenar. Y este fin de semana, el sábado 6 de diciembre, murieron dos motociclistas al impactarse contra una camioneta en la carretera federal a Tehuacan a la altura de Mendizábal.
En un documento de “Carreteras de Cuota” 2024-2025, se indica que la Vía Atlixcáyotl tuvo un aforo de 4 millones 159 mil vehículos y un Tránsito Diario Promedio Anual (TDPA) de 22 mil 853 vehículos/día. Pero ahora es una vialidad sin semáforos, sin reductores de velocidad, sin cruces peatonales, solo se toman estadísticas de fotomultas.
¿Y LOS PADRES SABEN DÓNDE ESTÁN SUS HIJOS?
Hay una verdad incómoda que no podemos seguir puliendo con discursos tibios: muchos de los involucrados en estos arrancones son jóvenes, incluso menores de edad. Y sí, la responsabilidad empieza en casa. No se trata de usar el dedo acusador, sino de asumir el rol que toca: saber dónde están, con quién andan, por qué manejan autos que superan la capacidad de reacción que un muchacho promedio puede controlar.
Las autoridades han lanzado un llamado abierto a madres y padres. No para regañar, sino para guiar; para hablar; para intervenir. Porque la velocidad no sólo se lleva vidas, también arrastra consecuencias legales, emocionales, sociales. Y aunque a veces duela aceptarlo, a muchos jóvenes les hace falta una brújula antes que un volante. No mata conducir, mata la velocidad.
EL GOBIERNO REACCIONA CON OPERATIVOS
Después del accidente fatal, el gobierno del estado desplegó el Operativo Reductor de Velocidad: patrullas, filtros y puntos de vigilancia en zonas calientes como Atlixcáyotl, Cúmulo de Virgo, Niño Poblano, Zavaleta y la Recta a Cholula. Bien. Pero operativo que se enciende sólo tras la tragedia termina funcionando como curita sobre herida profunda.
La jugada más audaz ha sido otra: proponer legalizar arrancones en el Autódromo Miguel E. Abed. Un intento de canalizar la velocidad hacia un terreno seguro, controlado, supervisado. ¿Riesgoso políticamente?, sí. ¿Controversial?, también.¿Mejor que dejar que los mismos jóvenes improvisen una pista mortal en la Atlixcáyotl?, sin duda.
NINGÚN GUSTO VALE UNA VIDA
José Luis García Parra, coordinador del gabinete, lo ha dicho claro: no se trata de criminalizar el gusto por la velocidad, sino de evitar que ese gusto siga dañando familias.
Sabemos que a las juventudes y a los apostadores les apasionan los autos, la velocidad y el mundo del motor.
Pero ningún gusto vale una vida; una conversación a tiempo puede evitar que participen en arrancones clandestinos.
Puebla necesita orden y control en sus vialidades, no volantazos.
La velocidad mal entendida ha cobrado seis vidas en solo quince días y se ha enquistado en una cultura juvenil que romantiza el riesgo sin medir su costo.
Pero también es cierto que la pura mano dura no va a resolver nada.
En el ecosistema poblano conviven adrenalina, estatus, redes sociales y autos costosos, discursos. La solución debe ser más inteligente que un simple catálogo de multas y patrullas persiguiendo a fanáticos de Rápido y Furioso.
El estado puede poner operativos, puede abrir un autódromo, puede endurecer la ley. Pero la transformación real se firma en tres lugares: en la casa, en el volante y en la conciencia.
¡Nos leemos pronto!
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**José Luis Moctezuma
Periodista con 20 años de experiencia y trayectoria en radio y prensa escrita en formato periódico, revista y digital.
Colaborador en el noticiero Así Sucede de Grupo ACIR 103.3 FM; Periódico 24 horas; Parabólica Mx, Los Fuertes MX, Contrastes Puebla, Exilio, Enlace Noticias y Diario ABC.



