Bitácora
Fernando Abraján
Creer que alguna autoridad va a erradicar la inseguridad es un sueño guajiro y confiar que botones de seguridad o más cámaras de vídeo van a frenar la delincuencia, sería hacerle al tío Lolo; pero lo que sí puede ser viable es una estrategia eficaz de combate a la delincuencia a fin de generar menos riesgos para la población, promover ambientes más seguros y dar cumplimiento con las ofertas de campaña.
La instalación de más botones de seguridad y cámaras en negocios, comercios y hasta en los hogares son instrumentos tecnológicos que “pueden” ayudar en los esquemas de protección y al mismo tiempo inhibir a los delincuentes; pero de nada van a servir esas herramientas si los ladrones siguen en las calles operando en los puntos ciegos y atracando lugares céntricos o alejados, selectos o populares por el simple hecho de que no hay capacidad de reacción de las fuerzas del orden.
Los recientes atracos denunciados en redes sociales como el asalto a comensales en zona de Zavaleta, así como los trascendidos de robos en casas de conjuntos residenciales; muestran que los amantes de lo ajeno no tienen temor de ser detenidos y si se atreven a delinquir a plena luz del día es porque saben que los planes de seguridad de las autoridades son inoperantes o bien, son ineficaces.
Aunque los análisis en las mesas de seguridad que sostienen todos los días las autoridades de los tres órdenes de gobierno, muestran los puntos de alto riesgo y los resultados de sus planes de acción; lo visto en días atrás también exhibe que la delincuencia tiene sus propios mapas y conoce cuáles son los espacios descuidados por las policías y en dónde pueden hacer de las suyas.
Observar que en menos de un minuto un sujeto armado es capaz de arrebatar las pertenencias de los comensales, confirma que los ladrones conocen el terreno, tienen estrategia, tienen medidos sus tiempos, saben las rutas de escape, son capaces de desaparecer.
También muestra que los rateros están conscientes de que hay pocos policías, conocen sus operativos, saben que no disponen de patrullas suficientes y que la capacidad de reacción policial es lenta por no decir nula.
Se ha dicho en reiteradas ocasiones qué si no hay seguridad pública, no hay nada socialmente hablando. Los políticos que más tarde se convierten en autoridad, durante sus campañas ofrecen combatir al crimen, pero cuando ya están en el cargo la misión no es sencilla. Pero entonces ¿cómo van detener la inseguridad? ¿cómo van a proteger a las familias y su patrimonio? ¿cómo van garantizar seguridad a las empresas y comercios? ¿Podrán combatir la delincuencia si ella tiene más recursos y más inteligencia? Si bien la coordinación en materia de seguridad entre las nuevas autoridades ya ha dado algunos resultados, ¿podrán reducir los índices de los delitos menores? ¿lograrán que los ciudadanos se sientan más seguros?
Ante tales escenarios lo que queda claro es que además de la coordinación de los niveles de gobierno, adicionalmente a sus estrategias y operativos, será necesario que en la era tecnológica y digital que vivimos, las corporaciones comiencen a hacer uso de más instrumentos como la Big Data, la Inteligencia Artificial, drones y más herramientas de ciencia ficción que permitan ser más eficientes y eficaces en el combate a la inseguridad.
De nada va a servir que haya más inversiones millonarias si al final la sociedad se siente insegura, no observa resultados y si continúa viendo escenas de atracos exprés en donde los autores logran huir y los delitos quedan impunes.
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