En una intervención extensa y polémica durante la Asamblea General de la ONU, el presidente estadounidense Donald Trump volvió a marcar distancia con las instituciones globales, desplegando un discurso que combinó ataques directos, ironías y descalificaciones a los pilares del multilateralismo.
Rompiendo con el protocolo habitual —tanto por el tono como por la duración, que cuadruplicó la de otros líderes— Trump rechazó la línea institucional de la ONU y acusó al organismo de inacción. “Todo lo que hacen es escribir cartas con palabras muy fuertes y luego no hacer nada”, afirmó. “Las palabras vacías no resuelven guerras”, agregó.
Cambio climático, “una estafa mundial”
Una de las declaraciones más controvertidas fue su ataque frontal a las políticas climáticas globales, a las que calificó como “la mayor estafa del mundo”. Con esta afirmación, volvió a cuestionar la base científica detrás del consenso climático internacional y desestimó los esfuerzos globales por reducir emisiones.
Migración y seguridad: sus banderas políticas
Trump aprovechó su discurso para insistir en una de sus banderas más recurrentes: el rechazo a la inmigración. Sin aportar pruebas, acusó a la ONU de estar detrás de “oleadas de migrantes” que cruzan ilegalmente hacia Estados Unidos, y alertó que “sus países se están yendo al infierno” por las políticas de fronteras abiertas. “Es hora de terminar con este fracasado experimento”, sentenció, señalando a Europa como ejemplo de un modelo fallido.
También destacó las medidas de su gobierno para frenar la migración irregular, y elogió a El Salvador por encarcelar a presuntos criminales que habían sido deportados desde EE. UU., en lo que calificó como un éxito compartido.
Presión a Europa por el conflicto en Ucrania
El presidente exigió a los países europeos que dejen de comprar petróleo y gas a Rusia como forma de presionar por el fin de la guerra en Ucrania. Aunque no detalló un plan concreto, insistió en que esa sería la forma más eficaz de cortar el financiamiento al Kremlin.
Críticas a aliados y enemigos por igual
Lejos de centrarse únicamente en la ONU, Trump dedicó parte de su discurso a criticar a líderes y gobiernos aliados. Cuestionó al Reino Unido por su política migratoria, y condenó lo que describió como una “persecución política” contra el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, condenado por intento de golpe de Estado. También atacó a la OTAN y a los países que han reconocido al Estado palestino, calificando esa decisión como “una recompensa demasiado grande para Hamás”.
Un toque de burla e improvisación
El tono del discurso osciló entre la provocación política y la ironía. Trump improvisó gran parte de su intervención debido a una supuesta avería del teleprompter, y bromeó sobre fallos técnicos en las instalaciones de la ONU, asegurando que todo estaría mejor si él hubiera sido el encargado de renovar el edificio cuando era empresario inmobiliario.
Una propuesta solitaria de cooperación
En medio de su discurso cargado de críticas, Trump hizo una única propuesta de colaboración: liderar un esfuerzo internacional para implementar un sistema de verificación de armas biológicas basado en inteligencia artificial. “Espero que la ONU pueda desempeñar un papel constructivo”, dijo, en uno de los pocos gestos conciliadores hacia el organismo.
Ambición global, mirada interna
La intervención pareció más orientada a su audiencia doméstica que a los delegados internacionales. Con referencias frecuentes a su predecesor Joe Biden, y en un tono similar al de sus mítines de campaña, Trump volvió a presentarse como el único capaz de frenar el caos global: “Soy muy bueno en estas cosas. Vuestros países se están yendo al infierno”.
Aunque una portavoz de la Casa Blanca había anunciado que el discurso se centraría en cómo las instituciones globales han socavado el orden mundial, Trump fue mucho más allá, elevando el tono y dejando claro que su visión del mundo está marcada por el unilateralismo, la soberanía nacional y la confrontación.